¿Es esto Justicia?

12.10.2022

¿Cuantos de Uds. han evitado ir al Juzgado por (malas) experiencias anteriores? Seguramente muchos. Y la pregunta que nos hacemos los profesionales es, ¿De quién es la culpa?. Muy probablemente haya quien diga que los abogados son muy caros. Otros, que la respuesta es muy lenta. Y otros muchos, porque se acogen al dicho, Virgencita que me quede como estoy. Es decir, no se fían de la justicia.

Seguramente no les falte razón a ninguno de ellos. Sin embargo, como abogado, debo decir que la justicia no es cara. Hay asuntos caros. Desde hace ya muchos años, el problema de los honorarios del abogado no lo es tal. La abogacía española se ha adaptado a una sociedad competitiva, donde los precios se han ajustado a la oferta/demanda. Hay incluso abogados, que se publicitan afirmando que si no cobra Ud. ellos tampoco. Esto me parece degradante, ¿acaso el médico no cobra aunque el paciente no se cure o se muera?. Pero hoy en día, un buen abogado ofrece un presupuesto u hoja de encargo previa para su seguridad, lo que si recomiendo.

La lentitud de la justicia. Ahí es cierto que no le falta razón a más de uno, sin embargo, también debo de decir que hay funcionarios y juzgados muy competentes y llevan sus asuntos al día. Es cierto que es una lotería el reparto de tu asunto a un Juzgado, y dependiendo del que te corresponda, tu asunto va a ir más ágil o más lento. Entiendo la exasperación que esto provoca en el ciudadano, porque al profesional también le molesta, ya que es él quien da la cara ante el cliente, y al fin y al cabo, se intenta la plena satisfacción del cliente.

Y la calidad de la Justicia. Este es uno de los temas tabú, porque parece que la crítica no siempre se encaja bien entre la judicatura. Hay resoluciones judiciales, que no se sabe bien por donde cogerla. Uno no siempre lleva la razón, ni mucho menos, pero al menos defiende los intereses de su cliente lo mejor que puede, y espera que la resolución que decida el asunto, responda de forma fundada y justa sus pretensiones. Pero cuando se recibe una sentencia, que ni siquiera menciona las pruebas practicadas, o los fundamentos jurídicos en que se apoya, ni tan siquiera  le dedica una línea para rechazarla, la sensación que provoca en el abogado es frustrante. ¿Cuántas sentencias se habrán recurrido innecesariamente, y cuantas han venido revocadas?. 

Pero es que en el ciudadano, que no entiende de leyes, y tan solo espera que la coherencia y la lógica se impongan cuando se acude al Tribunal, la sensación es todavía peor, es una sensación de desconfianza hacia uno de los poderes del Estado, hacia la Justicia. Y entonces es cuando surge la pregunta, ¿Es esto Justicia?.