Abogacía Artificial

12.06.2022

Si Julio Verne levantara la cabeza, y viera que sus novelas futuristas, hoy ya son el pasado. La sociedad, el mundo, y por supuesto el derecho, sigue avanzando y adaptándose a las nuevas realidades, muchas de ellas, virtuales, intangibles. Estamos asistiendo a cambios fundamentales en las relaciones interpersonales provocados tanto por catástrofes naturales como provocadas por el hombre. 

El terrorismo nos hizo superprotegernos. Tomar un avión hace 20 años cambió por completo. Hoy el covid también nos ha hecho cambiar. Cada vez más acudimos a nuestros ordenadores para reunirnos o asistir a cursos formativos, intentamos evitar los contactos directos. Cada vez mas compramos online, no vamos a las tiendas físicas. Con el movil podemos conectar lavadoras y aspiradores, aunque estemos en Japón. La era de la robótica se ha disparado, y ya hay perros robot, drones, y coches autónomos.

Pues bien, en esta época el derecho y la justicia también se están modernizando e incluso robotizando, y eso es un peligro y una irresponsabilidad. ¿LLegaremos a juicios que se resuelvan por jueces robots?, pues no se rían, llegará. Y no solo eso, puede que desaparezcan los abogados, de hecho en breve el gobierno va a aprobar una ley concursal, que para determinados procedimientos de microempresas, prescinden del abogado, y el empresario tan solo tiene que rellenar unos formularios, así de sencillo. Y nuestra abogacía institucional, ni siquiera levanta la voz.

Pero lo de los juicios resueltos por robots no lo veo lejos. Imagínense un software que contenga bases de datos de todos los supuestos legales posibles, de tal forma que el ciudadano tan solo tenga que plantear su asunto, con las pruebas de que disponga, y el contrario lo mismo pero con las suyas. El juez robot decidirá analizando las mismas. Si lo ven descabellado, imagínense cómo me quedé cuando hace unas semanas me llamaron al despacho desde una editorial para ofrecerme un nuevo servicio de inteligencia artificial, que lo que hacía era leerse por mi las demandas de los contrarios, y ofrecerme argumentos jurídicos y jurisprudencia para oponer  en las contestaciones. Es decir, según el criterio del programa, me facilitaba un borrador de la contestación. En fin, la abogacía artificial.