Negligencias médicas. Debate moral

26.03.2023

Recuerdan aquellas películas norteamericanas de los años 90 sobre abogados, principalmente sobre libros de John Grisham, en los que de vez en cuando salía un abogado quijote que no pertenecía al gran bufete, y él solito litigaba contra grandes despachos por causas nobles, obteniendo grandes sumas de indemnizaciones para sus clientes. Pues recuerdo en una de ellas, la escena de uno de estos abogados en un ascensor de un hospital dándole su tarjeta de visita a un accidentado que iba en camilla, y pensé, eso es imposible en España. Me equivocaba.

No sé si la situación económica actual, la superpoblación de abogados, la relajación de la defensa de la competencia, o yo que sé, que ahora encuentras abogados ofreciendo sus servicios para conseguir esa ansiada indemnización, bien por caída en la vía pública, bien por venta de un vehículo en una determinada época, o bien porque ha habido una negligencia médica, ya que el resultado de la intervención no ha sido lo satisfactoria que el cliente esperaba, o porque realmente hubo una mala práxis del galeno.

En este post me refiero a las negligencias médicas que de vez en cuando llegan a nuestros despachos. Reconozco que en mi vida profesional he asumido varios de estos asuntos, incluso en alguno defendiendo al médico demandado. También debo indicar que procedo de familia de médicos, y tengo amigos médicos, con lo que la empatía hacía ellos es evidente. No obstante lo cual, todos somos profesionales y las defensas encomendadas y aceptadas se han desempeñado con absoluta profesionalidad, y de hecho, con éxito en todas ellas.

Recientemente, he tenido una experiencia que me ha hecho recapacitar en ese debate moral que en ocasiones nos asalta a los abogados cuando debemos defender un asunto. Tenemos lógicamente objeción de conciencia y podemos rehusar asumir defensas que nos resulten un alto coste anímico. 

El caso. Un paciente con una intervención programada acude al hospital. Una intervención quirúrgica sencilla, que de entrada no requiere ingreso. Ese día, por la saturación de la sanidad, hay un buen número de intervenciones programadas. En el hospital también están los residentes, que a modo de pasantía como en la abogacía, van haciendo manos y adquiriendo experiencia y conocimientos. 

La intervención, en principio sale según lo esperado y el paciente se va a casa. Sin embargo, algo no está bien, y acude ese mismo día en dos ocasiones para que revisen sus curas por sangrado, la segunda de ellas, por un mareo y casi pérdida del conocimiento. Es operado de urgencia ese mismo día, la segunda vez en un día, y queda ingresado. Al día siguiente, después de la intervención de urgencia, es dado de alta, y la traumática experiencia no ha ido a más.

La cuestión es, ¿Cabe reclamar al hospital y médicos que intervinieron en la cirugía "defectuosa"? Seguro que sí. Pensemos en el daño físico de someter al paciente a dos intervenciones con sus respectivas anestesias en un mismo día, y mediando un alta previa. Pensemos igualmente en el daño moral por el sufrimiento innecesario por el que ha tenido que pasar el paciente. Sin embargo, el paciente no quiere reclamar porque empatiza con los médicos y la sanidad pública, porque piensa que sin duda ellos están soportando también una pesada carga sobre sus juramentos hipocráticos, y en no es momento de mermar sino de sumar.

En Estados Unidos, habría un abogado que ya habría demandado, y en España también.